viernes, 9 de julio de 2010

Animalets...



Fobia: (Del griego "phobos", pánico, miedo).

Según la RAE, es la aversión obsesiva a alguien o algo, o un temor irracional compulsivo.

Bien, pues leyendo esto y viendo lo que me pasó hace unos días, creo que tengo una fobia: a los lagartos, lagartijas, "andragons"... llámese cómo se quiera...

Yo iba tranquilamente a guardar los platos en el armario cuando, mios ojos miopes (bueno, el ojo miope, que sólo es uno...) no quisieron dar crédito a lo que veían. Al principio pensé que quizás era la pintura que había saltado a consecuencia de la humedad, o por lo que fuera, pero luego tuve que aceptar la realidad: eso era un lagarto enorme y gordo.

Así que "tranquilamente nerviosa" (nunca mejor dicho), me dirigí a mi habitación y pensé: "¿Ahora qué?. Y es que el problema era que mis padres estaban fuera, y que no iban a volver hasta dentro de un día, más o menos. Decidí llamar a mi madre, y ver qué me decía. Obviamente, no podía hacer demasiado, pero yo necesitaba hablar con alguien. Como es lógico, mi madre me sugirió que, como "la campeona" que estoy hecha, cogiera la escoba y el insecticida y intentara deshacerme de él. Yo me negué en rotundo: ¿y si me saltaba encima o huía? La segunda opción fue abrir la ventana, a ver si se iba. "Jamás", dije yo, ¿y si hacía de "efecto llamada", y luego en lugar de uno, tuviera dos animalillos en la pared de mi cocina?  La tercera opción era dejarlo ahí, y olvidarse de él. "Pero mamá, ¿cómo quieres que conviva con eso?" le grité yo a mi madre a través del móvil. Sí, en esos momentos, yo no hacía otra cosa que gritar histérica y además, llorar como una magdalena. Finalmente decidimos llamar a mis tíos por si podían venir y echarme una mano.

Durante la espera, no podía evitar pasar por el lugar y alzar la vista: ¿y si, de repente, desaparecía?
En el transcurso de ese tiempo, pensé en lo perversa que es la mente humana. Lo que más me corroía era pensar por dónde había entrado el bichejo, ya que los ventanales de la cocina yo nunca los abro (por esta fobia precisamente, ya que desde mi infancia van entrando lagartos...). Había dos posibilidades: qué llevara días por ahí, o que hubiera entrado por el comedor y se hubiera paseado por la casa. Las dos me estremecían. Lo otro cruel era la imaginación, esa que tanto solemos buscar. Cinco minutos antes de percatarme de su presencia, yo estaba fregando los platos a unos tres pasos de él. Viendo cómo estaba colocado y sabiendo que no estaba allí antes, yo ya me imaginaba limpiando inocentemente con el lagarto en el techo a punto de caerme encima: mi gran horror.

Cuando vinieron mis tíos, comprobaron la complicación de la tarea, ya que el lagarto estaba justo al lado de un armario, con lo que habían altas probabilidades de que cayera detrás, y aunque tomamos medidas para que esto no pasara, es lo que finalmente sucedió. Así que tuvieron que quitar las cosas que había encima del armario y apartarlo y entonces... el animalillo no estaba. Descubrimos que se había escondido bajo del armario, ya que éste tenía patas y no llegaba hasta el suelo

Finalmente todo acabó con la cocina hecha un desastre con todas las cosas por medio, y una escoba rota...

A mí, esta actitud me detesta. Ojalá fuera capaz de coger al animalillo y soltarle en la calle. Al fin y al cabo, él no tiene culpa de nada (ya sé que es indefenso y tiene miedo a los humanos), supongo que los humanos en algún momento invadimos su hábitat, pero yo no puedo verlo dentro de mi casa, por la calle y la montaña que vaya por donde quiera. Además,me consuelo pensando que esto viene de familia: mi madre y mis tías también les tienen pánico, y es que, por lo visto, mi abuela gritaba cuando veía uno, pero según ella era "por miedo a que se escaparan".

Escribo esto, y tengo de fondo el sonido de "San Fermín". Parece ser que hay un toro rezagado que está "triunfando". En fin... pobres "animalets"... Si a mío me horroriza ver un bicho pequeño en mi casa, ¿cómo deben sentirse ellos invadidos y maltratados por nosotros (que en muchos casos somos infinitamente más grandes)?

Las bromas no paran. Siempre que se lo cuentas a alguien, esta persona se ríe, inconsciente de lo mal que se pasa en estas situaciones. Yo prometo no volver a reírme de las personas que vienen a mi casa y usan las escaleras, por miedo al ascensor.

P.S. : Lo he pasado fatal eligiendo la fotografía, además, como pie de foto ponía "Crío lagartijas!"

2 comentarios:

  1. Veo que has decidido sacar a la luz tu más horrible miedo. Bien hecho. La historia es graciosa, seguramente la gente se ríe de eso (de las peripecias del lagarto para salir vivo y de tu gran imaginación). Pero vale, me ha servido de lección, no me volveré a reir de tus miedos, yo tengo miedo a los ascensores (aunque subo en ellos, pero lo paso mal si voy sola).

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  2. Si los ascensores son supermajos! Yo de pequeña gritaba: "ascensooooooooooor!" y entonces él venía a buscarme... xDD


    Pues sí, tenía previsto escribir la entrada cuando me pasó, pero entre unas cosas y otras siempre me pasa lo mismo.

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